Existía ella; esa mujer que sufrió tanto, que tiene cicatrices de la vida, que siempre fue entregada & que después de tanto, murió. Que dejó de soñar despierta, dejó de ver ilusiones; & la que cambió, la que convirtió él. Existía él; un completo extraño, un hombre que sabía de la vida… que tenía tanto que dar, vivía día a día, desconfiaba de la gente, había sufrido tanto.
Dos desconocidos, que se conocían tan bien… que buscaban lo mismo, caminaban por el mismo sendero; querían encontrar lo que el corazón les pedía a gritos, y que los puso allí, al mismo tiempo; la vida los cruzó.
Todo fue tan rápido, él apareció de la nada; ella tan fría, él como el calor, tan diferentes & parecidos…ella era fruta prohibida.
Después de varias veces encontrándose lejos, de hablarse y sentirse iguales; de tardes/noches donde todo fuera ellos. Se miraron a los ojos por primera vez, sensación única… escalofríos en sus cuerpos. Se convirtieron en cómplices de historias, de su presente & su pasado. Amigos ocultos, de los que nunca se encuentran… dos almas unidas por algunos instantes.
Así, una tarde donde el sol decidió jugar a las escondidillas; ella tomó su bolso, sus llaves y fue hacía la puerta, decidida a sonreír. A ver el atardecer en aquellos ojos miel, en lo más profundo de ellos; sabía que una larga tarde le esperaba, que desgastaría sus labios rozando aquellos, tibios; que dejarían de ser suyos.
Mientras avanzaba por las calles empedradas, donde los niños jugaban a ser guerreros y las niñas a ser grandes con sus muñecas; ella imaginaba cosas inexplicables y seguía avanzando con la mirada fija al sol que se adueñaba de su cuerpo, e iluminaba hasta el más diminuto hueso. Cada vez más cerca de todo, del mundo, la cuidad; de él; siguió avanzando, con miedo y paso a paso hasta encontrarse allí, inquieta & feliz. Al doblar la esquina,estaría…
Sabía que al abrir aquella puerta entraría a su dimensión, sería parte de él y nada más. Lo miró, ¿cómo no recordaría ella esa mirada que desintegra el alma? Como evitar perderse en ella.
Esa tarde era de dos, de vivir de sueños… ella como siempre tenía los ojos con brillo; el aire era el culpable como las veces anteriores, sus manos comenzaban a sentir el frio de su ausencia, era el momento de llegar a un lugar y así, poder tomarle. El siempre lucía pulcro, quizá era su aroma que lograba erizar cada parte de ella y su piel.
Después de viajes a lugares a los que ella no pertenecía, de regresar a la infancia; de sonreír y abrazarle unas cuantas veces; la tarde ya era de dos. Él la llevo lejos del mundo, donde solo existían sus cuerpos, ella no sabía cómo es que él podía lograr llenar de alegrías.
Ya después de que el sol se despidió, el habló de ella… de tanto, de todo; salieron palabras de su boca que nunca espero ella, de nadie.
El logró llenarle el alma de verdad, borrarle las heridas; ella lo lleno de su ser, de querer. Y lo hizo, lo besó; la acaricio, fueron uno por segundos…una & otra vez, ella ya no estaba helada, el estaba agitado; ellos se fundieron.
En ese lugar, solos… transformando besos y caricias en te quieros, sintiéndose; conociendo cada centímetro su ser.Era el momento, la tocó & ella sintió magia recorriendo su cuerpo, su piel, su sangre…sus venas. Hasta parar, hasta no poder. El la miró, ella lo contemplo unos instantes y le acaricio, el estaba agotado de ella, la abrazó & el silencio reveló mal de mil palabras. Eran amantes del anochecer, algo más que dos… eran todo & nada en unos días de octubre, el otoño los había puesto allí. Y no era tarde…aún podían morirse uno en otro,
es de ellos ese lugar de nadie.
Después de retomar el control, de confesarse y reír; llegó el momento de que el siguiera el camino… el momento de dejarla, en la mismo lugar de siempre; de decir adiós. Y ella no volverlo a saber en días. Siguieron el camino; sabiéndose ausentes;
Todo lo que ella esperaba de la vida era su momento de brillar, encontrar el momento donde el mundo fuera claro. Nunca espero llenar su alma en un instante ni enfermarse de él, sentirse viva & entera y a la vez muerta, jamás quiso perder la cabeza, & ahora no querer recuperarla. Ella sonrió y fue feliz cada milésima de segundo, se entregó día a día sin esperar nada a cambio… probó lo prohibido, fue ella, SIEMPRE. Sabía que él le entregaba lo que justamente buscaba, así tan fácil; sin ninguna razón o explicación, sin sufrimientos, COMPLETO. Él era como la luna que siempre entraba por su ventana; un milagro inesperado.
Él en realidad, no se imaginaba lo que le hacía sentir a ella… ni los actos, mucho menos las palabras se lo hacían saber; ella era tan diferente a los demás, le iluminaba todo con casi nada.
Se sentían, se vivían como nadie… no ocupaban pretextos para ser felices al mirarse, no pedían más nada. Se olvidaban de lo que fueron y eran… se querían por lo que podían llegar a ser en sus vidas absurdas; no necesitaban buscar, ellos se daban todo el calor. Se pensaban cada atardecer, cuando sus cuerpos se encontraban tibios… como aquella primera vez donde el destino los cruzó. El soñando su boca junto a la de ella, y ella, buscando su mirada en todas. Ya no sabían qué era lo que les recorría el cuerpo; todo era siempre magia.
No estaban presentes, pero siempre se encontraban cerca; ella aún así comenzaba a extrañarle, no quería hacerlo, siempre buscaba una forma nueva para regalarle una sonrisa al día… pero él volvía a apoderarse de su mente. Ella le odiaba, le odiaba como nunca; no quería que se le clavara en el pecho, que se volviera vicio. Ya había tirado la toalla hace tiempo, le había puesto candado al corazón & él quería colarse en su vida, ser parte de ella, dejar huella. Aquellas veces que se encontraron, habían sido noches llenas de pecado, se habían fumado todo; se agotaron el licor de sus cuerpos.
Después de noches sin su aroma, después de vivir con la ausencia… apareció para llenarle el alma, como todos los días. Y aunque no fuera como quisieran, se querían. Ellos se conocían como nadie, tanto aun siendo extraños, el conocía cada forma de ella, cada pensar; sabían que existía en sus mentes con solo mirarse a los ojos; deseaban estar siempre así… no podían engañarse, todo era más de lo que podrían imaginar. Sin querer se habían querido ya, sin saber se sentían; era el romance perfecto.
Deseando y no, ya había caminado un tramo del sendero juntos; y hasta ahora les había funcionado la pasión. Hasta que comenzaron a usar la razón y olvidaron los sentidos, era todo tan extraño, jamás habrían creído que esto les sucedería… jamás creyeron que lo que tanto deseaban, lo tendrían tan fácil.
Ella comenzó a ausentarse, a evitarlo… él dejo que pasará, así, sin más; todo era extraño y ninguno sabía que estaba por ocurrir, sus sentimientos comenzaban a hacerlos dudar de todo lo vivido, su historia. Él, no estaba allí… había tantas cosas por decirse y ninguno comenzaba a hablar. La vida se veía un poco oscura ellos sabía que era momento de parar todo esto, necesitaban; pero siguieron contando los días sin verse, sin saberse… sin cruzar palabras ni conversar. Ella era fuerte, y sonreía… porque su corazón así lo sentía, todas las tardes, cuando no había razones ella lo hacía e iluminaba el lugar donde estuviera, alumbraba tanto las almas. No sabía que sentía dentro de ella, algo crecía; tenía tantas cosas encontradas, tanta vida que regalar, tanto sufrimiento del pasado, era un desastre al llegar el final del día, cuando consultaba todo con su almohada, cuando la luna la acompañaba como siempre; tantas cosas habían ocurrido… tanto miedo la invadía; quería sentirse libre de nuevo. Sabía que todo estaría en calma si él estuviera,… si escuchara su voz susurrarle, de esa forma que la calmaba; ella no sabía la forma tan mágica en que hablaba, hasta que se perdió escuchándole, y se enamoró de cada palabra que salía de su boca. Aunque sabía que tenía que sacárselo de la cabeza, sentía su cuerpo la necesidad.
Todo se convirtió en cierto punto en su enfermedad, la cura era tenerse cerca. Ella le necesitaba, no por razones comunes, el era como un ser divino cuando lo pedía, le hacía olvidarse de todo cuando estaba; a ella le gustaba sentirse así, como lograba agotarle el aliento, le hacía aprender tantas cosas que nadie le explico. Que habían hecho, ¿que los hacía merecerse esos momentos? esas horas… si no las habían pedido. Ninguno, nadie sabía la respuesta, era simplemente vida.
Llegó; volvió el momento que esperaban, hubo varias noches más en aquella cama fría… en esa recamara que siempre fue su cómplice… sus cuerpos, dos almas; su amor. Después de el paso de los días, sentían que pronto algo los alejaría… sus mentes jugaban con ellos, pero jamás los engañaban. Tenían miedo, de no sentirse nunca más, de que después de tanto no llegara alguien que los llenara como ellos lo hicieron, tenían miedo de olvidarse; no había nada adelante que los hiciera arriesgarse a seguir.
Era algo tan pasajero, que los complementaba; que jamás notaron que como empezó, acabaría…
Así pasaron, disfrutándose antes de que todo llegara a su fin, convirtiendo un día en 1000 horas,en mil noches; ella tenía miedo de perderse cuando él se fuera; él tenía miedo de no encontrar algo que la superara.
Eran fuertes, siempre lo fueron… la vida los había hecho aprender tanto y les volvía a hacer otra jugada dura, pero esta vez no caerían, habían aprendido tanto en tan poco… tanto de lo que siempre dudaron & buscaban respuesta.
Y llegó el momento, el final de su historia, ella sentía una felicidad enorme de haberle conocido, una tristeza en su ser…con la lejanía de sus ojos en el horizonte & el anochecer oscuro que han dejado esos besos; él sintiendo un vacío, sabiendo que aquella boca ya no será suya, y sus manos a las que tanto extrañará, a todo su ser.
Serán sus primeros días oscuros, porque la luz de sus sonrisas ya no estará mañana… porque después de alumbrar sus días...se alejan.